dijous, 7 de febrer del 2013

En casa

04.02.2013

 

Ya hace más de dos meses que he vuelto. A día de hoy he sido ya abducida por la vida "normal" y he vuelto al ajetreo, a las preocupaciones ... a los "problemas" de siempre, pero, eso sí, más feliz que una perdiz.

Pero empecemos por el principio:

El día de mi marcha dejé el hotel con una mezcla de tristeza, alegría y nerviosismo. Tenía ganas de reencontrarme con todo el mundo, pero al mismo tiempo sentía que me había quedado mucho por ver. 8 meses habían pasado volando.

 

Salí del hotel a las 12, con muchísimo tiempo, como había ido haciendo durante todo el viaje. El vuelo era casi a medianoche y yo iba cargada con un montón de programas de radio y capítulos de televisión descargados, aparte de varias páginas de lectura pendiente. Esperé casi una hora el autobús que me había de llevar al aeropuerto, cargando por última vez con las mochilas, y disfrutando, también por última vez, de las vistas de la playa de Copacabana que tuvieron el honor de conseguir las últimas tomas de mi cámara fotográfica.

 

Luego, un viaje larguísimo hasta el aeropuerto (en todo el mundo los Viernes las salidas de las ciudades son un caos) y el viaje de vuelta a casa. Horas y horas que me ofrecieron suficiente tiempo para pensar en la magnífica experiencia que acababa de vivir y que estaba a punto de llegar a su fin, los maravillosos sitios que había visitado y toda la gente estupenda que había podido conocer. Recuerdos de muchos momentos de risas: con Nya, en New York, con Yukio, en Tokyo, con Pedro e Isabel, en Australia, con Isabel, Maria, Carmen, M.José y la familia de Quimeta en Chile ... ; recuerdos de algunos momentos de "miedo": mi encuentro con los perros, con unos jóvenes en New Orleans,... ; recuerdos de momentos surrealistas: el poli en la habitación de San Francisco, la sangre en el lavabo de la biblioteca de San Diego, la vaca meándome casi encima en la India, el cachondeo de los polis y sus pitidos controlando mis pasos en el mausoleo de Ho Chi Min, los viajes en tren o en autobús, por India o Vietnam, los compañeros de viaje en autobús por los Estados Unidos, los espectáculos de espontaneos en el metro de Nueva York, la señora que me confundió con una indigente.; recuerdos de momentos impagables de relax: compartiendo unas copas de vino Torrontés con una compañera inglesa de habitación, o charlando en el patio del hostel con gente de 5 nacionalidades diferentes, o compartiendo un cigarrito en una terraza chulísima mientras sonaba de fondo música de Jehro, o escuchando música y charlando hasta tarde con el dueño del hostel de Colonia de Sacramento, del que era la única huesped ...; momentos de carcajadas espontáneas al leer los comentarios del blog; muchas conversaciones con gente de todas partes; recuerdos, muchos recuerdos :).

Y, bueno, llegué a Madrid hacia el mediodía. Me fui directa a un bar del aeropuerto y me pedí un bocadillo de jamón ibérico. Uuummm, wow, queee bueno! Cómo pueden vivir en el resto del mundo sin esto. Después de la "gozada gastronómica" me fui al baño y me cambié (quería llegar en el mejor estado posible) y ya rumbo a Barcelona. Los nervios en el estómago cada vez se notaban más.

Al llegar al Aeropuerto de Barcelona mi cabeza ya solo podía pensar en lo que me iba a encontrar al salir. Ya desde el día anterior mi primo y Núria habían iniciado una conversación, en el blog, sobre los preparativos de un baile grupal para mi recibimiento, evidentemente no me los creía, pero sí que le daba vueltas a quién podía haberme venido a buscar. Pero, bueno, de momento, tuve que ir a ver dónde estaba mi equipaje porque como había dejado pasar un avión en Barajas, por no ir corriendo, supuse que la mochila ya no estaría en la cinta. Entre una cosa y otra, cuando ya conseguí hacerme con la mochila, ya no quedaba nadie del vuelo por allí. Me coloqué las dos mochilas, esto no lo iba a echar de menos, y me dirigí a la puerta.

Cuando ya enfilaba el pasillo que daba directo a la salida se abrió la puerta. En ese momento les vi ...y ellos a mi. Familia y amigos. Empezaron a chillar y a mover una pancarta y a mi ... A mi me entró una verguenza enorme, el miedo escénico que dicen en la tele. Se cerró la puerta y yo me quedé aún dentro, feliz, pero pensando en lo que debían estar pensando los que no habían venido a buscarme a mi. En fin... . Les oía chillar, esperando mi salida, así que enfilé el último tramo de pasillo.

 
 

Es difícil explicar lo que sentí en el momento en que se volvió a abrir aquella puerta. Salí al exterior acompañada por sus gritos y en un momento me ví rodeada de niños que me abrazaban: mis sobrinos, los hijos de Olga, a los que quiero como si fueran mis sobrinos también, y Aitor, un niño que me había ido siguiendo en el blog. Y luego todo el resto: hermanos, cuńados, mi primo Miki (el más nervioso de todos y que no dejó de grabarlo todo hasta que se fundió en un abrazo conmigo,), amigos... En ese momento me dí más cuenta de lo afortunada que soy y de la suerte que tengo por la gente que me rodea, a la que quiero y que me quieren también. Abrazos, besos, risas, fotos,...

 
 
 

Luego encuentro con el resto de familia, y los siguientes dias, y aún hasta hoy. Sintiéndome como una "Star", notando el aprecio de la gente. Y disfrutando todos los momentos.

 
 
 

Ahora echo de menos las largas caminatas diarias, el ver cosas nuevas cada día, el tener solo la preocupación de hacia dónde ir, los días de colada, ... pero estoy muy contenta porque me he dado cuenta de todo lo que tengo.

Ha sido una experiencia maravillosa, y sé que en un tiempo, más largo o menos largo, lo voy a intentar repetir. He cumplido uno de mis sueños, pero he generado otro. La vida es eso, soñar y hacer planes, esperando cumplirlos algún día ... ahora sé que se pueden cumplir. El mio se ha cumplido. Puedo decir que he hecho un sueño realidad y, además, he superado mis espectativas, he hecho nuevos amigos, y espero que el tiempo me dé la posibilidad de volverlos a ver.

Gracias a los que me acompañaron durante el viaje, a los que lo hicieron desde casa, a los que participaron activamente en el blog, a los que sin participar han seguido fielmente mis historias, a todos los que me han hecho más fácil la aventura, a todos los que he ido encontrando y me han hecho ver el lado humano más generoso, y especial mención a Miki, por su entusiasmo, y a Núria, sin la que este blog no habría podido existir, ... GRACIAS A TODOS!